En el Diario, Ana Frank imagina que
escribe a Kitty, una amiga hipotética, para contarle las peripecias de
su vida en el escondrijo donde vivió desde el 14 de junio de 1942 al 4
de agosto de 1944, cuando la Gestapo descubrió la "dependencia secreta"
en la que vivían la familia Frank (compuesta por los padres, por Ana y
por su hermana mayor Margot), la familia Van Daan (la madre, el padre y
su hijo Peter) y el dentista Dussel, con la vana esperanza de escapar a
la captura de los nazis.
Ana cuenta la vida en aquellos pocos metros
cuadrados del refugio en que la convivencia de ocho personas, arrancadas
de la vida normal, planteaba tantos y tan delicados problemas, y narra
el desarrollo de la existencia cotidiana con tal sencillez, fuerza y
verdad, que ello constituye el primer encanto de estas páginas. Alejada
de sus coetáneos y de los intereses que sonreían a su exuberante
juventud, pero también, aunque a la fuerza, de la barbarie del momento,
la autora-protagonista mira y juzga las cosas con un candor que subyuga.
En las páginas del Diario, a menudo
alegres y divertidas, asistimos al desarrollo intelectual y físico de
una muchacha, a la variedad de sus problemas, de sus estudios y
diversiones a pesar de su reclusión, a sus relaciones y a sus juicios
sobre sus familiares y compañeros de aislamiento y sobre los hombres en
general. Los acontecimientos y fases alternas de la guerra y de la
política mundial, tal como lograban llegar a aquel refugio aislado,
adquieren un aspecto nuevo y diferente, con perspectivas insospechadas. Y
la vida de una reducida colectividad, obligada a compartir la
buhardilla en condiciones tan dramáticas, se ilumina con episodios
singulares, en los que los hechos triviales de la vida diaria adquieren
una importancia particular, y donde una niña con mirada clara y
terriblemente objetiva se juzga a sí misma y a los adultos, analizándolo
todo con gran libertad.
Ana Frank habla de sus aspiraciones a corazón
abierto, y también de los peligros, pero con gran conocimiento y sin
perder la esperanza. Dos personajes del exterior (el señor Kraler, amigo
de Otto Frank, y Miep, secretaria de Frank y luego de Kraler) son como
seres que pertenecen a otro planeta y que, como promotores del
ocultamiento de los Frank y favorecedores de los mismos, parecen redimir
al resto de la humanidad de sus culpas de complicidad y de miedo.
El idilio que se inicia entre Ana y Peter tiene
la gracia de una flor espontánea en sus diversas fases y
manifestaciones; la descripción de la pubertad tiene una delicada
naturaleza que difícilmente se encuentra en otra parte; el afecto por un
gato parece el símbolo de los vínculos deseados pero imposibles con el
mundo externo; las relaciones con los padres (y en particular, con la
madre) se observan con gran madurez. No hay nada que la induzca a
prorrumpir en invectivas y a juzgar con acritud aquella vida tan injusta
y contraria a la naturaleza. "A pesar de todo, continúo creyendo en la
bondad íntima del hombre", afirma Ana en el Diario; estas
palabras constituyen la moral de este libro que, nacido como de una
necesidad personal, tiene la honestidad genuina e inmediata de un
desahogo espontáneo nunca dirigido a la publicación.
Las alusiones a los problemas judíos (que
podrían parecer frecuentes en una persona que vivía en aquellas
condiciones especiales pura y simplemente por la "culpa" de pertenecer
al pueblo judío) son muy raras, aunque inspiradas en una extrema
dignidad y firmeza: Ana pertenecía a una de aquellas familias asimiladas
que no habían tenido una profunda cultura hebrea y que sólo muy tarde
se dieron cuenta de todo ello. El libro, además de sus valores humanos y
documentales, revela en la joven autora cualidades literarias nada
comunes: el mismo hecho de fingir una destinataria para sus confidencias
es ya un índice de madurez artística.
Traducido a todas las lenguas y llevado también al teatro y al cine, el Diario de Ana Frank se
ha convertido en el paradigma testimonial, más impresionante incluso
que otros documentos detallados, de la opresión sufrida en muchos países
bajo el nazismo y de las condiciones en que millones de personas se
vieron obligadas a vivir con la esperanza de escapar al exterminio.
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oh que gran diario me encantó.
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